miércoles, 19 de mayo de 2010

¿Dónde están los cuadros?


© Mauricio Rinaldi-J. Vermeer: El arte de la pintura

En enero y febrero de este año he estado en Europa pasando mis vacaciones en Francia y España. En este viaje me puse como objetivo la visita a los museos en los que se custodian las obras de los genios del impresionismo. Mi interés en estos pintores era tanto personal como profesional; quería ver cuadros que sólo había visto en libros y rever originales ya vistos con otra perspectiva. Sin embargo, tuve varias decepciones. Para comenzar, en el Museo de Orsay, en París, encontré varias obras fuera de su lugar habitual y muchas de las que quería ver no estaban expuestas debido a una reestructuración edilicia. Por tal motivo, esas obras estaban en gira para obtener fondos mientras no pudieran exponerse en su propia casa. Además, varias salas del museo estaban destinadas a una muestra temporal. Luego, en el Museo Marmottan-Monet, también en París, había una exposición de fauvistas y expresionistas, la cual resultó sumamente interesante; pero no estaban los impresionistas (… ni Monet). Al llegar a Aix-en-Provence me dije que en el Museo Granet podría contemplar los 9 Cézanne que allí se conservan; errado: todo el museo estaba abocado a la exposición de un importante artista local, por lo que el conservador del museo había decidido retrasar una semana la apertura de las salas dedicadas al genio provenzal.

Es curioso el fenómeno que se produce al dar un excesivo énfasis de marketing a una actividad turística como es la visita a los museos. Se trata de que un museo se jacta de poseer determinadas obras maestras del arte pero, a fin de promocionarse y captar más visitantes, muchas veces esas obras se encuentran en préstamo en otros museos. En efecto, un museo recibe obras en préstamo y, a su vez, presta a otro sus obras. Resultado: no se pueden ver los cuadros donde se supone que están. De esta manera, quien desee organizar un viaje con un fuerte ingrediente cultural para ver pinturas famosas deberá, ya no tener en cuenta cuál es el museo propietario de esas obras, sino cuál es el cronograma de exposiciones temporarias en el período de su viaje.

No cuestiono el préstamo o el intercambio temporal de obras entre museos; es más, me parece una buena manera de que muchas personas puedan ver algo que tal vez no podrían ver de otra manera. Pero me parece que debe haber un equilibrio, ya que, si se prestan permanentemente los fondos permanentes de un museo, ese museo ya no tiene colección permanente. Es difícil evaluar este fenómeno ya que, por un lado, como aspecto negativo, se produce la desintegración de colecciones tradicionalmente reconocidas (por ejemplo, el importante conjunto de cuadros de Rembrandt de la pinacoteca de Dresden); pero, por otra parte, como aspecto positivo, se puede asistir a exposiciones que reúnen obras desde un punto de vista determinado (por ejemplo, los paisajes del Neoclasicismo de maestros italianos).

Mi última ciudad en este viaje fue Madrid. Allí pude, finalmente, pararme frente a Cézanne, Monet, Manet, Renoir, Bazille, Pisarro, Sisley en una muestra temporaria en la Fundación MAPFRE. Qué extraño, ¡tener que ver a los genios franceses en España!

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