jueves, 26 de noviembre de 2009

Es más fácil comprar un lote en la Luna que renovar un pasaporte argentino


© Vilma Santillán (texto)-Fotograma de Viaje a la Luna (G. Melies, 1908)


17 de noviembre, 13:00 hs.

Hace unos días escuché por la radio el relato de un argentino que es dueño de un lote en la Luna. Este hombre contó cómo, fácilmente y en cuestión de minutos, pudo adquirirlo vía Internet contra un pago efectuado con tarjeta de crédito de algo más de cien dólares americanos.

Recordé el hecho, bastante insólito, por cierto, mientras esperaba ser atendida en la Policía Federal Argentina para renovar mi pasaporte. Para realizar este trámite, en apariencia sencillo, se necesita un instructivo muy detallado para obtener, con éxito, el tan anhelado documento. En primer lugar, no es conveniente llegar al departamento policial a primera hora de la mañana, ya que ingresando a las ocho, a las doce o a las catorce, se saldrá siempre pasadas las dieciséis. Es conveniente, por lo tanto, llegar al mediodía, descansado, habiendo comido algo (ya que no existe más en el departamento policial de la calle Azopardo la confitería que había cinco años atrás) y dispuesto a afrontar la primera espera frente a un mostrador, donde hay seis sillas para igual cantidad de empleados pero sólo tres atendiendo. Esta primera cola es sólo para retirar el formulario necesario para iniciar el trámite. Este formulario puede obtenerse de Internet, pero necesita ser sellado por el personal de este primer mostrador (y así tener un número que será el del trámite y con el cual se podrán realizar los siguientes pasos para obtener la renovación del documento), por lo cual lleve Usted o no su propio formulario, incluso completado con sus datos personales, deberá realizar esta primera cola que dura una hora y cuarto (o más) antes de conseguir el numerito mágico que le abrirá las puertas de ingreso al fascinante mundo de la tramitación de los documentos personales argentinos. Eso sí: antes de entregarle el formulario sellado, le revisarán los documentos que Usted debe llevar para realizar el trámite, para determinar si están en orden o (¡que Dios no lo quiera!) si debe, primero, renovarlos para luego, sí, finalmente, poder renovar su pasaporte. Si su foto del documento de identidad está algo borrosa o desteñida por el paso de los años, consultarán entre sí quienes atienden en este mostrador, y de su buena voluntad dependerá que le den o no el visto bueno para iniciar, ¡por fin!, el trámite de renovación del pasaporte.

14:30 hs.

¡A completar el formulario! Por suerte, esto es sencillo (quizás lo más sencillo de realizar durante todo el proceso): está claramente indicado qué escribir. Luego, a sentarse y esperar que las pantallas LED muestren nuestro número de trámite. Cuando yo llegué, iban por el 587; cuando me senté a esperar a ser llamada, por el 657. Nada mal: yo tenía el 744.

15:10 hs.

Un mensaje emitido por altoparlante humano con acento cuartelario anunciaba que embarazadas, ancianos y discapacitados podían dirigirse directamente, sin realizar la cola número uno, a la ventanilla tres, y aquéllos que necesitaban tramitar su declaración de antecedentes penales podían hacerlo directamente en la ventanilla doce. Sólo faltaban cuarenta minutos para que cerraran el ingreso al departamento policial.

15:35 hs

Las pantallas anunciaron el número 730. Mi turno se acercaba.

15:45 hs.

¡Al fin el 744! Segunda cola, con breve espera esta vez, para revisión de documentos originales, un segundo sellado, esta vez de fotocopias, y pagar por la renovación… pero en otra ventanilla.

16:00 hs.

Nueva espera para ser fotografiada y dejar las huellas dactilares.

16:15 hs.

Por arte de magia abrieron una oficina que hasta entonces estaba cerrada y el primer número que llamaron fue… ¡el 744! Foto digital, huella digital del pulgar derecho y luego huellas no digitales para mis diez dígitos (24 horas más tarde aún tenía en mis dedos restos de la tinta que usa la Policía Federal Argentina).

16:25 hs.

Fin del trámite. Ahora sólo resta esperar que no haya observaciones por parte de la policía y que en treinta días hábiles, a contar de mañana, llegue el pasaporte a mi casa.

Creo que en el 2014, cuando deba renovar este pasaporte, primero voy a comprarme un lote en la Luna y, por qué no, otro en Marte.

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