jueves, 1 de octubre de 2009

Historia de la Iluminación Escénica (Parte VI)

© Mauricio Rinaldi (texto)

A continuación presentamos la sexta y última parte de “Historia de la Iluminación Escénica”, texto escrito por el Lic. Mauricio Rinaldi y publicado por primera vez en el Boletín del Instituto de Investigaciones en Historia del Arte, año 1, n°1, pp.83-94, 2003, Instituto Universitario Nacional del Arte, Buenos Aires.


2.La iluminación escénica en la historia

Siglo XX: la luz eléctrica

La innovación revolucionaria en la iluminación escénica se debió a la luz eléctrica. Ya en 1849 se había realizado un efecto luminoso con luz eléctrica: se trataba de una situación de amanecer producida por una lámpara de arco dentro de un reflector parabólico durante la representación de “El Profeta”, de Meyerbeer, en la Ópera de París. No obstante, este recurso fue utilizado sólo como un golpe de efecto ya que la iluminación eléctrica en los teatros llegaría 30 años después. No obstante, también en 1849, su utilizó la luz de arco con un resultado exitoso en “Electra, or the lost pleiade”, en el teatro Her Majesty’s de Londres. El sistema de producción de luz eléctrica de arco voltaico[i] fue rápidamente perfeccionado. En 1877 aparece un catálogo de las diversas luminarias para “la producción fenómenos físicos en el teatro” realizado por el entonces jefe de iluminación de la Ópera de París, J. Duboscq.

La lámpara de arco tenía algunos inconvenientes. En primer lugar, el elevado calor producido por el arco; pero, lo más desventajoso era su corta vida útil, ya que las barras de carbón se desgastan y por ello es necesario ajustar a intervalos la distancia que las separa. La solución fue la lámpara de filamento incandescente, inventada por Thomas Alva Edison en 1879, aunque, casi contemporáneamente, el inglés Josef Wilson Swan trabajaba en el mismo proyecto. En su inicio el filamento fue de carbono, por lo que tenía poca duración; recién en 1907 el filamento pudo ser construido con tungsteno que otorgaba una vida útil más prolongada a la lámpara. Por otra parte, en 1910 aparecen las primeras lámparas de descarga de alta presión.

La aparición de lámparas eléctricas hizo posible la incorporación de elementos ópticos (espejos y lentes) en la construcción de luminarias, dado que la teoría óptica se conocía ya desde hacía tiempo, especialmente, desde Fresnel. Esto se debió al mayor rendimiento de esta nueva fuente de luz y a la estabilidad definitiva del foco luminoso. Así, en 1883 el teatro Alla Scala, de Milán, inaugura un sistema de iluminación totalmente eléctrico, ejemplo que será seguido por el resto de los teatros de ópera de Europa durante la década de 1880. Surge a partir de entonces una gran variedad de luminarias que manipulan la luz eléctrica de diferentes maneras con el fin de obtener variantes de difusión, color, intensidad y ángulo de apertura.

El escenógrafo suizo Adolphe Appia (1862-1928) fue quien tal vez primero tuvo consciencia del carácter plástico de la luz en el escenario, lo cual queda manifiesto en su obra sobre la puesta en escena del drama wagneriano de 1895. En este sentido, el objetivo de Appia era solucionar el problema de la contradicción visual que se producía al articular un elemento escenográfico pintado de dos dimensiones y un actor considerado como elemento tridimensional. La solución, para Appia, estaba en la iluminación que otorga el mismo carácter a todo aquello que está sobre el escenario. Pero, para ello, todos los elementos deben ser tridimensionales; así, su propuesta derivará en la escenografía de tres dimensiones, o escenografía corpórea, la cual puede dejar ya de ser pintada debido a que será modulada mediante la luz. Esto se relaciona también con la distinción que hace el teórico George Izenour entre “stage illumination” y “stage lighting”, caracterizando la primera como el aspecto estático y, por lo tanto, sólo técnico de la luz, y al segundo como el carácter dinámico y, por ello, narrativo y expresivo de la luz. Quien tal vez haya llegado al extremo para la época fue Wieland Wagner que desarrolló una puesta en escena en Bayreuth totalmente en base a proyecciones en 1965.

Para poder cumplir los objetivos tanto de Appia como de Izenour era necesario un sistema de control similar al cuadro de control de la iluminación a gas. En realidad, esto no fue un problema grave ya que desde los primeros momentos la electricidad que circulaba por los conductores eléctricos hasta las luminarias se pudo controlar y regular desde un centro de control: la cabina de luces. En este sentido, fueron creados diversos sistemas de control. El primero de ellos fue el reóstato, utilizado con buenos resultados desde 1930. Cada manivela de control de, cada reóstato que controlaba una o varias luminarias, estaba montada en un soporte de manera que todo el conjunto podía, a su vez, ser operado mediante una única manivela general de modo de lograr transiciones entre estados de iluminación plásticamente aceptables. Posteriormente se utilizaron autotransformadores que permitían una carga eléctrica variable y tenían una mejor linealidad de regulación. Entre 1954 y 1957 se dio un gran desarrollo de la electrónica y, en el campo de la electrónica de potencia, surgieron los tiratrones, válvulas electrónicas que luego serían reemplazadas por los tiristores y triacs como corazón del regulador electrónico moderno: el dimmer.

Junto con la electrónica se desarrolló una disciplina íntimamente relacionada con ella: la informática. Así, la aparición de computadoras permitió disponer de sistemas de control con memoria. En este sentido, la primera consola programable es de 1974. Las consolas programables permiten controlar un gran número de luminarias, pudiendo realizar transiciones complejas entre distintos estados de iluminación con sentido estético mediante la variación de intensidades. Un paso más en el desarrollo de las consolas de control los constituyó la aparición de las consolas para el control de luminarias móviles mediante sistemas cibernéticos; estas luminarias pueden variar sus posiciones horizontal y vertical, su color, ángulo de apertura y difusión mediante mecanismos controlados desde la consola. Los movimientos pueden realizarse “a la vista”, o sea, con la luminaria encendida, de modo que el público puede presenciar los cambios en las características de la iluminación.

La nueva tecnología de iluminación escénica durante el siglo XX utiliza así un sistema que, más allá de los avances y perfeccionamientos tecnológicos, está constituido por cuatro etapas: la etapa de control (la consola), la etapa de potencia (los reguladores electrónicos o dimmers), la etapa de distribución (los conductores eléctricos que llevan la energía desde los dimmers hasta las luminarias) y la etapa de consumo (las propias luminarias).


Conclusión

Se ha intentado mostrar de manera resumida y esquemática el desarrollo de la iluminación escénica poniendo atención al modo de producción, control y manipulación de la luz. Así, se ha comenzado por la luz natural y se ha llegado a la luz eléctrica, pasando por las candelas de cera y aceite y los mecheros de gas. También se ha hecho notar cómo, a medida que el concepto sobre la escenografía se desarrollaba, la luz manifestaba también un gran cambio conceptual, no pudiendo en ocasiones distinguir dónde está el límite de la reflexión, o sea, si fue la escenografía la que produjo los desarrollos de la iluminación, o si fue a la inversa. En todo caso, lo más prudente y positivo es pensar la luz y el espacio como dos elementos que se encuentran en relación dialéctica en el proceso de percepción visual. Por último, se dijo ya que este texto es un primer paso en este terreno en lengua española, por lo cual tendrá futuros desarrollos.

[i] Básicamente, la luz de arco se produce cuando dos barras de carbón se enfrentan por uno de sus extremos, estando cada una de ellas conectadas a una fuente de energía eléctrica. Mediante la adecuada separación entre los extremos de las barras se produce el “salto” de un arco o chispa eléctrica de gran luminosidad.


Bibliografía

APPIA, ADOLPHE, Oeuvres completes, 4 vols., Berna, L’age d’homme, 1983,1992.


BONNAT, YVES, L’eclairage des spectacles, Librairie Theatrale, Paris, 1982.


MAZZANTI, STEFANO, Luce in scena. Storia, teorie e tecniche dell’illuminazione a teatro, Universitá degli Studi di Bologna, ed. Lo Scarabeo, Bologna, 2001.

PILBROW, RICHARD, Stage lighting: the art, the craft, the life, Drama Publishers Costume and Fashion Press, 1997.

RINALDI, MAURICIO, Diseño de iluminación teatral, Edicial, Buenos Aires, 1998. Segunda edición: Dunken, Buenos Aires, 2006.


RONCHI, VASCO, Storia della luce: da Euclide a Einstein, Laterza, Roma, 1983.


SANDSTROM, ULF, Stage lighting controls, Focal Press, Oxford, 1997.


VALENTIN, FRANÇOIS-ERIC, Lumiére pour le spectacle, Librairie Theatrale, París, 1988.


[+ info en: http://www.esteticadelaluz.com.ar/ y en http://www.tytenargentina.com.ar/ ]


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