sábado, 25 de julio de 2009

Patrimonio y Turismo: una relación dialéctica

© Vilma Santillán (texto)

Hasta la fecha, la lista de lugares declarados por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad comprende 890 bienes, tanto culturales como naturales y mixtos, ubicados en más de un centenar de países. Ya en un artículo anterior mencionamos la incorporación de la Torre de Hércules de A Coruña, España, en la citada lista, incorporación realizada durante la pasada reunión de Sevilla, España, en junio de este año, donde además se agregaron otros diez nuevos sitios a la ya extensa lista, tres de ellos en países que aún no figuraban en ésta: las Ruinas de Loropeni (Burkina Faso); el centro histórico-colonial de Cidade Velha, en Ribeira Grande (Cabo Verde); y la Montaña sagrada de Sulamain (Kirguistán).

Estos números, que expresan una “hiperinflación patrimonial”, nos han llevado a preguntarnos qué se esconde detrás de la necesidad que tienen los países de incorporar parte de su patrimonio en el listado mundial de la UNESCO. Una posible respuesta la han dado algunos investigadores del turismo en Argentina, como Rodolfo Bertoncello, de la Universidad de Buenos Aires. Este investigador propone la existencia de una relación dialéctica entre la actividad turística y el patrimonio, por la cual este último es resignificado al ponerse en interacción con la práctica turística, es decir, cuando se convierte en el atractivo de un lugar turístico. A través de dicha práctica turística, el patrimonio entra en el mercado para ser consumido, adaptándose a nuevas demandas o necesidades. De esta manera, el patrimonio participa de la expansión del consumo de bienes, sean éstos culturales, naturales o mixtos. A su vez, la construcción del patrimonio como atractivo se presenta como una estrategia de legitimación cultural de la práctica turística, alejándola de su imagen de práctica superflua o banal. De este modo, dos dimensiones aparentemente independientes (turismo por un lado, patrimonio por otro) se entrelazan profundamente y construyen una asociación entre las esferas económica y cultural. Como afirma Bertoncello en un trabajo del año 2003: “el patrimonio se comercializa a través del turismo, y el turismo adquiere legitimidad cultural a través del patrimonio”.

Como para confirmar esta postura, la ciudad de A Coruña ya está pensando en cuánto se multiplicarán sus visitantes anuales ahora que la Torre de Hércules pasó a formar parte del Patrimonio Cultural de la Humanidad: las primeras estimaciones indican que los cerca de 800.000 visitantes anuales podrían multiplicarse por cuatro o por cinco. Así mismo, la región de Galicia busca promocionar, a partir de ahora y de manera conjunta, los cuatro “atractivos turísticos patrimonio mundial” ubicados en su territorio.

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