lunes, 22 de febrero de 2010

Ópera e industrias culturales (Parte IV)


© Mauricio Rinaldi (texto)-Fotografía: escenografía barroca

A continuación presentamos la cuarta parte de “La ópera como antecedente de las industrias culturales”, ponencia del Lic. Mauricio Rinaldi presentada en el XVIII Congreso Internacional de Teatro Iberoamericano y Argentino organizado por el GETEA en Buenos Aires, en agosto de 2009, y en el I Congreso Internacional y III Congreso Nacional de Teatro organizado por el IUNA en octubre de 2009, también en la ciudad de Buenos Aires.


El espectáculo comienza cuando usted paga

Por lo general, se considera que la apertura de los museos al público general a partir de la revolución francesa en la década de 1780 marca el inicio de la democratización del arte. Sin embargo, hay un antecedente anterior: el empresario teatral. La figura de este actor social surgida a mediados del siglo XVII en Venecia es posible por la conjunción de 2 (dos) circunstancias. Por un lado, el desarrollo de la burguesía, grupo formado por pequeños (y no tanto) comerciantes que se encuentran en condiciones de destinar dinero sobrante (ganancias) a la compra de producciones “no vitales“. Por otra parte, la aristocracia ya no está en condiciones de sostener los altos costos de un teatro de corte, cuyo desarrollo ha llegado a proporciones desmesuradas para la actividad de palacio. De esta manera, los artistas (compositores, músicos, cantantes y escenógrafos) que antes estaban al servicio de un mecenas, deben ahora vender su trabajo a otra persona que a su vez lo revende obteniendo un beneficio económico: el empresario teatral. El arte escénico comienza así a mercantilizarse masivamente.

Si bien es verdad que ya a mediados del Renacimiento se observan indicios de un arte mercantilizado, es en el terreno del teatro, y especialmente en el de la ópera, donde se dan plenamente las características de una industria cultural.


La ópera como modelo de producción en serie

La ópera nace barroca. Si bien los textos de historia del arte y del teatro sitúan su origen durante el Renacimiento, entre 1580 y 1600, en rigor la primera composición de teatro cantado (o dramma in musica) considerada como la primera ópera corresponde a Jacopo Peri: su Dafne, estrenada en Roma en 1594. A estas alturas, el Renacimiento prácticamente ha concluido y comienzan a observarse nuevos conceptos tanto filosóficos como estéticos.

Aún cuando las historias del arte y del teatro sitúan su origen a fines del Renacimiento, desde el punto de vista conceptual la ópera es una construcción del Barroco. En efecto, el Barroco es un período durante el cual convive la fuerte voluntad por encontrar un orden de la realidad en el campo de la filosofía (racionalismo) junto a la libre exacerbación de los sentidos en el ámbito del arte (sensualismo). Pero, estas vías de contacto con el mundo, lo racional y lo sensual, no son opuestas (como generalmente se las considera), sino que son dos modos de expresión de un mismo sentir, de un mismo espíritu de época. Por un lado, el sensualismo tendrá su manifestación en un arte recargado, saturado de elementos que “ocupan” cuanto intersticio sea posible. Por otro lado, el cartesianismo no permite pasar de una proposición a otra sin establecer el correspondiente (y necesario) nexo lógico. El horror al vacío se filtra así en todos los órdenes de la vida: un arte recargado de elementos y una filosofía sin “agujeros” proposicionales. En este contexto surge la ópera, también como un arte recargado visualmente.

[+ info en: www.esteticadelaluz.com.ar ]

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