domingo, 27 de noviembre de 2011

El sobrediseño: problemas sobre el diseño actual (Parte IV)



© Mauricio Rinaldi (texto)

A continuación presentamos la cuarta parte del trabajo del Lic. Mauricio Rinaldi publicado en Reflexión Académica en Diseño y Comunicación, Universidad de Palermo, Año XI, Vol. 13, febrero 2010. ISSN: 1668-1673 (págs. 110-114).

El sobrediseño

Desde el surgimiento de las vanguardias comienza un proceso de disolución de los límites que anteriormente definían con claridad las diferentes disciplinas artísticas. La disolución de estos límites ha llegado hasta el punto de que hoy ya no sabemos decir con precisión si un objeto de arte es, por ejemplo, pintura o escultura. Una de las causas de esta situación es la aplicación de un determinado modo de producción o técnica propio de una disciplina en otra. Así, por ejemplo, en una pintura puede haber superposición de relieves de yeso realizados con técnicas escultóricas, o tal vez su lienzo pudo haber sido manipulado con procedimientos propios del trabajo textil. Sin embargo, no debemos preocuparnos, ya que en ese caso los críticos y estudiosos nos tranquilizarán hablando de un objeto realizado mediante técnica mixta. Pero el asunto no termina allí, sino que hoy ya no sabemos decir tampoco en el terreno del arte si un objeto es o no es en verdad un objeto de arte, a lo cual debemos sumar, ya en otros terrenos, aquellos objetos de uso práctico que parecen obras de arte. De esta manera, observamos que la disolución de los límites ha comenzado como un fenómeno propio del arte a partir de las vanguardias, pero que posteriormente se ha extendido hacia ámbitos extra artísticos.

La disolución de los límites entre las disciplinas tradicionales genera una inter y una transdisciplinariedad, produciendo no sólo la aplicación de técnicas y métodos de una disciplina a otra, sino también migraciones conceptuales, es decir, la transpolación del modo de pensar los productos propios de un ámbito a los productos propios de otro ámbito. El resultado es doble. Por un lado, cada área de producción se enriquece con el aporte de otras áreas, generando nuevas posibilidades creativas. Por otro lado, la excesiva importación de elementos técnicos y conceptuales dentro de una disciplina genera la pérdida de su identidad y carácter propios, haciendo, a su vez, que los objetos de esa disciplina pierdan su carácter. En efecto, si una disciplina se define por un conjunto de materiales con sus respectivos procedimientos técnicos de tratamiento a partir de un determinado marco conceptual, entonces, esa definición de la disciplina se desvanecerá si la proporción de lo extranjero es elevada; con ello también los objetos de diseño carecerán de identidad específica. Identificaremos a este fenómeno como el sobrediseño de un objeto, cuyas características precisamos en lo que sigue.

Primero. El objeto de diseño se define como el resultado de un equilibrio entre el nivel funcional y el nivel expresivo. El caso del arte no implica mayores problemas, ya que en el arte lo prioritario y excluyente es la expresión, y, además, allí todo es posible por lo que cualquier medio de expresión es legítimo; sólo cabe en este sentido la discusión dentro del ámbito de la estética de determinar si un objeto es o no un objeto de arte. El problema se presenta en el diseño de objetos prácticos, es decir, objetos con un nivel funcional determinado. En este sentido, en los últimos años se observa una fuerte tendencia a desarrollar excesivamente el nivel expresivo de los objetos prácticos, sobreponiéndose este nivel al nivel funcional, que debería ser el principal objetivo del diseño del objeto. El objeto práctico se estetiza al punto de que puede emular el status de un objeto de arte. Así, una característica del sobrediseño es la hiperestetización del objeto.

Segundo. Como consecuencia de lo anterior, la hiperestetización del objeto de diseño suele ser inversamente proporcional a su desarrollo funcional, o sea, a mayor nivel expresivo, menor funcionalidad del objeto. El resultado es que el objeto no cumple con aquello para lo que ha sido previsto, disminuye su utilidad y, por lo tanto, pierde su finalidad. Así, otra característica del sobrediseño es la atrofia funcional del objeto.

Tercero. La atrofia funcional lleva a la espectacularización del objeto, es decir, el objeto de diseño pasa a ser algo para ser observado o contemplado antes que algo para cubrir una necesidad. En efecto, algo que no sirve para nada, sólo queda para la contemplación. En este sentido, la espectacularización es directamente proporcional a la atrofia funcional, es decir, a mayor contemplación del objeto menor utilidad del objeto. Así, otra característica del sobrediseño es la espectacularización del objeto.

Estas características del sobrediseño no son sólo una aproximación teórica, sino que tienen consecuencias prácticas en los objetos diseñados, de las cuales podemos hallar innumerables ejemplos. De esta manera, podemos mencionar, infografía cuyo contraste de color entre texto y soporte no permite la lectura cómoda de la información (aunque sea muy bonito, como letras grises sobre fondo blanco); un sillón de 30cm de altura hecho como un puf sumamente mullido del cual debemos solicitar auxilio para salir de él cuando al sentarnos nos hundimos indefinidamente (pensemos cómo saldría de él una persona de 80 años); un cubo que nos deja la espalda cansada a los veinte minutos de estar sentados en él, pero al que seguramente llamarán taburete de diseño; una gigantesca maceta en forma de pirámide trunca invertida que ocupa la mitad de un vereda a la entrada de un hotel incomodando el acceso al edificio y la circulación de los peatones; un restaurante con bajísimo nivel de iluminación que no nos permite leer con claridad la carta (que probablemente tenga letras grises sobre fondo blanco), etc.

Observamos, por lo expresado, que el sobrediseño designa el fenómeno por el cual el objeto de diseño se aparta del hombre, último y verdadero destinatario del diseño. De esta manera, el diseño actual crea, en gran parte, un ámbito de objetos o un entorno hostil al no brindar al hombre aquello que necesita. Con ello, el hombre es expulsado del espacio que debería habitar, es decir, queda inhabilitado para la acción, y es así relegado al puesto de espectador. La realidad producida por el diseño está muy próxima de ser una escenografía, o sea, un ámbito para ver y no tocar, algo para contemplar y no utilizar. Y esto ocurre porque los objetos están sobrediseñados, es decir, tienen excesivamente desarrollado su carácter expresivo sobreponiéndolo a su función, por lo que ésta se ve disminuida o atrofiada.

[+ info en: www.esteticadelaluz.com.ar ]

No hay comentarios: