viernes, 27 de junio de 2014

Fotografía y Turismo




 
 
© Vilma Santillán (texto)

En el Boletín Turístico número 779 del pasado 02 de mayo Lluis Mesalles  publicó la nota que reproducimos más abajo en la que comenta la relación entre turismo y fotografía y cómo esta última ayuda a la difusión de un destino turístico. Lluis Mesalles es consultor internacional en hotelería y turismo y editor de la publicación digital boletín-turistico.com.


Fotos prohibidas
 
La cámara fotográfica es parte indispensable del equipaje de cualquier viajero, o de toda persona que intente trasladarse a nuevos lugares, reunirse con nuevos o viejos amigos. Pero no siempre fue así. Un ejemplo muy paradigmático es el de los naturalistas, que no disponían de cámaras de largo alcance. Dejaban constancia de las especies que encontraban en muy elaborados dibujos, tomados de la realidad, y a menudo de los ejemplares a los que conseguían acercarse.  

Hoy nos tomamos fotos en las estaciones de ferrocarril y en los aeropuertos, sin ninguna restricción. Esto estaba oficialmente prohibido en algunos países, como medida de protección ante posibles futuras invasiones. Las imágenes de aeropuertos y estaciones eran consideradas como elementos de alto valor estratégico y objetivo frecuente de malvados espías y arteros enemigos de la patria donde estaba la estación.

La universalización de las imágenes es hoy tan grande que se ha vuelto innecesario enviar espías a conseguirlas. Cualquier folleto turístico nos puede dar suficiente información para organizar un ataque conquistador desde cualquier país del mundo a cualquier lugar. Con frecuencia vemos películas promocionales de los más nuevo aeropuertos, trenes de súper avanzada tecnología e infraestructuras que cualquier malintencionado podría usar en contra del destino.

Otras fotos aun no permitidas son las que intentamos tomar en los supermercados y centros comerciales. Me gusta tomar fotos en estos establecimientos para poder usarlas como indicadores de las economías de cada país. En algunos lugares me han descubierto y amonestado verbalmente, impidiéndomelas. Pero muchas imágenes consideradas como clandestinas las he logrado captar y exportado de los países objetivo. Me sirven para comparar con otras realidades externas, donde estas imágenes pueden tomarse abiertamente, por ser consideradas como promoción de los países y sus economías de éxito.

Pero lo más inexplicable son las regulaciones de algunos museos. Hay dos fórmulas de limitación de las fotos. En algunos piden comprar una licencia de fotos, con la esperanza de que esto nos hará desistir de nuestra intención. En otros museos se colocan carteles destacados y guardias prohibiendo la toma de fotos, de usar flash o trípode.

No se percatan de que las imágenes que toman los turistas pueden usarse como potentes elementos promocionales que viajan lejos, muy lejos, dando a conocer nuestras joyas y tesoros culturales, directo al alma de los amigos que de esta forma se interesarán un poco más por nuestro destino.”

© Lluis Mesalles, mayo de 2014


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