sábado, 12 de abril de 2014

Historia del Teatro Negro (Parte I)


 

© Vilma Santillán (texto)
 
Al igual que la pólvora, el barrilete y el papel moneda, el teatro negro nació en China. Cuenta la leyenda que el emperador de la casa Ming llamado Wang-Pang perdió a su único hijo y heredero, Liang. Wang-Pang no se resignó y convocó al mago de la corte, Mang-ti, quien prometió a su señor traer a su hijo nuevamente a la vida. Para hacer esto, el mago utilizó la magia de la luz negra. Así, cada vez que el emperador deseaba ver a su hijo, hombres vestidos de negro en condiciones de penumbra, para hacerlos invisibles a simple vista, movían el cuerpo de Liang para traerlo aparentemente a la vida. El emperador vivió feliz hasta el final de sus días, ya que podía otra vez conversar con su hijo.

Más allá de la leyenda, es probable que el nacimiento del teatro negro en la antigua China derivara de espectáculos de sombras y siluetas sobre pantallas de paño blanco. Ya a finales del siglo XVI estas técnicas habían llegado a Japón y habían sido usadas por el titiritero japonés Uemura Bunrakuke, creador del teatro denominado Bunraku. En esa época, en los espectáculos de Bunraku hombres vestidos de negro manipulaban una marioneta de cerca de 1.5m de alto, moviendo las piernas y los brazos de ésta.

En Occidente, hasta el siglo XIX no se utilizó la técnica del teatro negro. En 1885, el actor y director de escena muniqués Max Auzinger descubrió el truco del gabinete negro y lo utilizó en su espectáculo de magia “Milagros indios y egipcios". Posteriormente, en los comienzos del cine varios pioneros de este arte utilizaron la técnica del teatro negro en sus obras.


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