El diablo visita a Paganini en su lecho de muerte
Niccolò
Paganini
es bien conocido como el gran virtuoso del violín del siglo XIX (incluso hay
quien afirma que lo fue de toda la historia de la música). Pero su vida, tanto
en lo personal como en lo musical, abarca mucho más que esto.
Nacido en Génova, Italia, en 1782, fueron
sus padres Teresa Bocciardo y Antonio Paganini. Con su padre, comerciante y
músico amateur, comenzó sus estudios musicales de violín y mandolina. Con sólo
nueve años dio su primer concierto público y a los trece realizó una gira de
conciertos por varias ciudades de Lombardía, en el norte de Italia. Fueron sus
maestros los músicos Gaspare Ghiretti, con quien estudió en Parma entre 1795 y
1796, y Giovanni Servetto, con quien cursó estudios en Génova. Paradójicamente,
hasta 1813, cuando ya tenía 21 años de edad, no se lo consideró un virtuoso del
violín.
Su adolescencia se caracterizó por la
rebeldía, las continuas borracheras y una vida licenciosa. Sin embargo, tuvo
tiempo y templanza para estudiar piano y guitarra, y para componer varias obras
en las que esta última es solista.
A comienzos del siglo XIX, entre los
años 1805 y 1813 fue director musical en Lucca, Italia, donde gobernaba como
princesa de Lucca y Piombino la hermana de Napoleón Bonaparte, María Anna
Elisa. A partir de 1813 realizó varias giras por ciudades italianas. Entre 1828
y 1831 dio conciertos en Viena, París y Londres. En París deslumbró con su
técnica al músico Franz Liszt y le encargó al compositor francés Héctor Berlioz
un concierto para viola y orquesta. La obra en cuestión, Haroldo en Italia, nunca fue ejecutada por Paganini. A partir de
1834 no realizó más giras, dado su mal estado de salud: sufría de sífilis y de
tuberculosis pulmonar y laríngea; esta última le produjo afonía crónica en los
últimos años de su vida.
En 1835 regresó a Parma para dar forma
a una orquesta digna del Teatro Ducale local (hoy Teatro Regio de Parma). Tanta
fue la rigurosidad impuesta por Paganini para seleccionar a sus músicos, que
las ejecuciones de la orquesta en poco tiempo se hicieron famosas no sólo entre
el público local sino en el resto de Europa. Aprovechó Paginini su tarea al
frente de esta orquesta para estudiar y aplicar una reforma inspirada en los
principios de la orquesta sinfónica que se estaba imponiendo en los mayores
centros musicales europeos. Tras su partida de Parma en 1837 debido a intrigas
varias relacionadas con su forma de llevar adelante la orquesta del Ducale,
Paganini retornó a los conciertos como solista. Si bien sus condiciones de
salud no eran óptimas, realizó una serie de conciertos en Italia (en Génova y
Torino) y en Francia (en París y Marsella).
Ya muy enfermo, Paganini se trasladó a
Niza y de allí a Génova, para retornar posteriormente a Niza, donde murió el 27
de mayo de 1840. Su vida desordenada junto con su fama de músico rebelde y
endemoniado (sus contemporáneos creían que su prodigiosa forma de interpretar
el violín se debía a que tenía un pacto con el diablo) ocasionó que el obispo
de Niza le negara sepultura eclesiástica, por lo cual fue enterrado en el
cementerio del lazareto de Villefranche, a varios kilómetros de la ciudad de
Niza. Actualmente, sus restos reposan en el cementerio de la ciudad italiana de
Parma, adonde fueron trasladados en 1876 por Aquiles Paganini, su único hijo,
fruto de su relación con la cantante Antonia Bianchi.
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